La miniserie de Bambú Producciones estrenada en Netflix sobre el caso Alcàsser va camino de convertirse en uno de los estrenos del verano.
27 años después de que ocurrieran los hechos, el caso Alcàsser vuelve a ser objeto de debate público y la mayoría de los medios de comunicación contienen alguna noticia relacionada con él. Y el público (tanto los que vivieron los hechos como las generaciones más jóvenes) parece estar fascinado con la desaparición y asesinato de las tres niñas de la localidad valenciana.
¿Por qué nos interesa tanto el caso Alcàsser? ¿Qué tiene de especial este caso para provocar, casi tres décadas después, casi el mismo interés morboso que entonces?
El caso con el que nació la telebasura en España
Antes de Marta del Castillo, de José Bretón y sus hijos, de Diana Quer o de Rocío Wanninkhof fueron Desi, Miriam y Toñi. Tres niñas de 14 y 15 años que salieron de su casa el 13 de noviembre de 1992 y nunca regresaron a sus casas.
Su desaparición, el posterior hallazgo de sus cuerpos y el juicio contra Miguel Ricart por violación
y asesinato es lo que se dio en llamar el caso Alcàsser. Fue el primer crimen mediático en España.
Cada día, periódicos, revistas, radios y sobre todo programas de televisión como «Quién sabe dónde», «De tú a tú» o «Esta noche cruzamos el Mississipi» hicieron su agosto desgranando los terribles y macabros detalles del caso. E inventándose todos los detalles escabrosos que creyeron necesarios.
La fascinación por el true crime
La conmoción popular que creó el caso Alcàsser fue enorme. Tanto, que parte de la sociedad (encabezados por el padre de una de las niñas) llevó a cabo su propio juicio popular. Sin duda, lo sucedido tenía todos los ingredientes para convertirse en un caso mediático.
El caso Alcàsser fue también el primer caso de true crime que fascinó al público. ¿Pero a qué se debe esa sensación de enganche que nos producen casos como el de Miriam, Toñi y Desiree?
Según los psicólogos, precisamente por el factor de que son reales. El hecho de que no sean historias de ficción despiertan nuestro miedo (y nuestro morbo) por el horror cotidiano, el real, uno que se esconde en cualquier esquina de un mundo que conocemos y en el que todos convivimos.

Foto: levante-emv.com
Según los psicólogos, estos casos también despiertan nuestro interés en un instinto de supervivencia. Al conocer cómo se comportan los asesinos y violadores, creemos estar más preparados para poder evitar convertirnos en las próximas víctimas. Tratamos de extraer lecciones sobre lo que debemos o no hacer para que no nos ocurra a nosotros algo semejante.
Por eso no es casual, según estudios psicológicos, que sean las mujeres las que más consumen estos casos de true crime. Y es que en la mayoría de las ocasiones, las víctimas eran mujeres.
No hay que olvidar, además, eso que se dice de que la realidad siempre supera a la ficción, algo que el terrible caso Alcàsser sin duda demostró.
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